Primero de todo, debemos elegir qué tipo de sauna queremos

Podemos elegir el tipo de sauna a través de varios filtros.

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El primer filtro sería el tipo de sauna.

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Básicamente, existen tres tipos de sauna, y cada una tiene unos beneficios específicos:

• Sauna tradicional: también llamadas saunas finlandesas, suecas, etc., se caracterizan por ofrecer una temperatura muy alta y una humedad baja. Pueden ser eléctricas o de leña.

• Sauna de infrarrojos: El calor no lo sentimos porque toda la estancia esté caliente sino que sus emisores inciden directamente en la piel, por lo que no alcanzan temperaturas tan altas como una sauna tradicional. Son eléctricas y son más eficientes en cuanto a consumo eléctrico.

• Saunas híbridas: estas saunas combinan ambas tecnologías en una misma estancia.

El segundo filtro sería la ubicación: interior o exterior.

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Las saunas de interior son más sencillas en cuanto a su protección exterior pues están pensadas para tener dentro de una habitación, cobertizo, etc.​ Su estufa no necesita tanta potencia pues no tendrá que "luchar" contra la temperatura exterior.

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Las saunas de exterior están diseñadas para vivir a la intemperie, también tienen una mayor protección térmica hacia el exterior. Suelen ser más caras debido a esta protección adicional y requieren de estufas más potentes para contrarrestar el frío exterior en las épocas frías.

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El tercer filtro será el tamaño, normalmente calculado por el número máximo de personas que utilizarán la sauna al mismo tiempo.